A grandes males... Es el momento.
Es el momento de plantearnos un gran cambio.
Es el momento... porque es necesario, imprescindible y urgente. Eso no significa que nos estemos aprovechando de una situación como la que se nos está viniendo encima. Cualquier momento podría haber sido el idóneo, el adecuado. No implica tampoco que nunca se haya pedido, porque no es así. Se trata de una reivindicación justa, honesta, sincera y sencilla. Una alterativa que significa dinero, pero no dinero regalado, dinero que hemos pagado y pagaremos de por vida, vía impuestos. Dinero que nadie nos da, dinero que es nuestro, que ha nacido del sudor de nuestra frente, de la de nuestros amados padres y madres, de nuestros abuelos y abuelas. Una opción de pensamiento y acción que implica un cambio de pensamiento. Transformar la educación lineal y abrir los ojos a otras alternativas que no son nuevas, pero nos pueden resultar novedosas. Y ahora me explico...
Los que venimos de familias grandes sabemos que nuestros verdaderos maestros y maestras son nuestros hermanos y hermanas, primos y primas, familiares mayores que nosotros y nosotras que han recorrido el camino antes que lo hayamos hollado. La educación no es lineal, ni individual, sino cooperativa y mancomunada, donde los niños y niñas mayores se sienten más mayores cuando enseñan y acompañan y los alumnos y alumnas más noveles y donceles sienten crecer sus ansias de aprender de aquellos que le son más próximos. El futuro de la educación pasa por la familia.
La educación es acción. No especulación. Se aprende cuando se toca, cuando se siente, cuando se imprime. El aprendizaje implica tocar, nos guste o no. Las condiciones son difíciles pero no por ello imposibles. Tendremos que aprender a limpiar y a enseñar a limpiar, como hacíamos de pequeños. Ficha tocada, ficha limpiada... Transmitir valores y hábitos como el orden, la limpieza, la higiene. Educar es tocar, pero también, educar es limpiar.
Un ordenador es un ente vivo. Debajo de esa capa de cables hay un corazón, un cerebro y unos periféricos que hay que actualizar continuamente. No podemos aspirar a ser los número uno del informe Pisa utilizando herramientas del siglo pasado. Y ésto es cierto y real. Nos encontramos con ordenadores, todavía del año 1.998 y con el sistema Windows XP, ya descatalogado. Basta con acercarse a nuestros centros y entrar en las aulas para ver el estado ruinoso de un bien que en esta época de pandemia ha demostrado ser, no una herramienta más, si no "la herramienta". Nuestros hijos e hijas son seres "tecnológicos" y nuestros gobernantes, pasados y presentes, han olvidado de forma repetida este hecho. Ahora nos acordamos de Santa Barbara... ¿No nos podíamos acordar de ella hace quince, diez o cinco años? Observemos el ejemplo de Corea del Sur: Usan las tablets como si fueran libretas, lápices, reglas... Pueden hacer fotografías, investigar sobre un tema, hacer video llamadas, visitas virtuales... No solo es un parche para solucionar la crisis del Covid-19... Es una forma distinta de pensar, una forma distinta de actuar, más real y más cercana al futuro y a nuestros alumnos y alumnas.
La primera vez que escuché la palabra ratio me hizo mucha gracia porque me fui a encenderla. Ratio es proporción entre magnitudes... Por ejemplo: alumnos y alumnas por maestro y maestra. Según el Sistema Estatal de Indicadores de la Educación, en su informe del año 2.020, aunque podemos utilizar otras fuentes, España es el cuarto país de la Unión Europea con la ratio profesor- alumno más elevada, con una media de 21,9 alumnos por aula. Es decir... En un grupo burbuja de 22, si queremos que nos ciñamos al concepto de burbuja de Ministerio y Consejería de Educación de veinte alumnos, sobran dos alumnos/as, con la actual ratio. Eso es una realidad, lo pinten como lo pinten. A groso modo y con brocha gorda, nuestro país es el cuarto país con más presión y tensión educando- educador, sólo por detrás de Hungría, Países Bajos, Francia e Irlanda. No es un problema adquirido con el coronavirus... Se trata de un problema que arrastramos de muchos años ha... Gobierne quien gobierne, el mismo perro, pero distinto lazo.
Quizá sea el momento de plantearnos la construcción de nuevos colegios. Colegios bien ventilados, preparados para aguantar oscilaciones térmicas importantes entre verano e invierno, pero también terremotos, adaptados a alumnos y alumnas y familiares con movilidad reducida, adaptados a las nuevas tecnologías, altamente atractivos y educativos, preparados para el futuro... Quizá sea el momento de planificar qué tipo de aulas queremos para la futura educación de nuestros hijos e hijas y no entrar a un centro educativo pensando en ese aula, la misma, estudié yo de pequeña y ya voy para cincuenta años. Sólo tenemos que ver las noticias cada cuatro años y ver los colegios donde vamos a votar. Si queremos una educación presencial, queridos asesores, queridos gobernantes, queridos políticos, queridos agentes estructurales, tiene que ser una educación de calidad. Educar no significa guardar, significa enseñar y vivenciar.
Hay una cosa que no entiendo. Si vemos la prensa de los últimos años nuestros gobernantes se han tirado media democracia inaugurando centros culturales, bibliotecas, polideportivos, museos, aulas de estudio... Una ingente cantidad de edificios para el goce y disfrute de aquellas poblaciones que no tenían y que tanto bien nos han hecho a los amantes de la lectura, del deporte, de la cultura, de la investigación, del estudio, etc. Esos edificios que tanto hacen falta ahora y que se deben poner, nuevamente, como siempre, al servicio de la educación y de sus ciudadanos.
Todos somos culpables y todos somos inocentes. Siempre lo he dicho. No soy apolítico, como tampoco pertenezco, ni deseo, a ningún partido político. Eso no significa que no valore lo bueno que los partidos políticos han hecho por nuestra democracia. Seamos justos y reconozcámoslo. Por eso, es el momento de remar todos juntos. Aunque no debería ser motivado por el desastre, más bien, por el interés y el bienestar de sus ciudadanos, votantes o no. Ser político, afiliado o no, significa valorar lo bueno del otro y no criticar lo malo. La crítica, si no es positiva, es rencor. Por ambos extremos, tanto el que gobierna como el que se le opone. Gobernar no significa hacer lo que uno quiere y oponerse no significa estar siempre en contra.
Tengo cinco propuestas. Ya sé que soy un simple maestrillo de pueblo sin más ínfulas ni pretensiones que ser un maestrillo de pueblo. Quiero morir algún día con la única pretensión de que en mi esquela y en mi epitafio pongan este mensaje: "Se nos ha ido un hombre bueno". Vaya por delante que no tengo en mi mente, ni de lejos, el tratar de modificar las ideas de nadie, ni los planes ni planificaciones de sesudos psicopedagogos, catedráticos de universidad, reputados y contrastados profesionales que seguro que tienen ideas más geniales y prácticas que las que puede tener el hacedor de estas letras que están leyendo. Pero ahí va, como el caballo de espadas.
1. Grupos, burbujas, si así lo prefieren, familiares y heterogéneos. En lugar de agrupar alumnos y alumnas por edad se trataría de agrupar alumnos y alumnas por tramo y parentesco. Ya sé que no se entiende de momento... Voy a tratar de explicarme. En un gran grupo familiar, un domingo de comida, se reúnen hermanos y primos, niños vecinos y conocidos, de distintas edades, alrededor de una mesa pintando, jugando al parchís o viendo la tele. Mi propuesta sería agrupar a nuestros chavales y chavalas por tramos de edad y grupos familiares. En un aula de infantil podemos encontrarnos a dos hermanos de 3 y 5 años, un primo relacionado con esa familia y vecinos que viven más o menos próximos. Con esta propuesta solucionamos el problema del seguimiento y rastreo en el caso de detectar un caso en el aula, pero también podríamos trabajar un sinfín de contenidos, que solo pueden transmitirse a partir de una educación familiar y cercana.
Ya sé que se me dirá que eso es un disparate, que implica modificar toda la programación, que si el Anota por arriba o por abajo, que si cómo voy a explicar... Tengo una respuesta y es la siguiente. Preguntemos cómo lo hacen los maestros y maestras de escuelas rurales, circos o aquellos que trabajan con niños y niñas hospitalizados. No es una locura y se puede hacer. Implica, sobre todo, un cambio de mentalidad. Pero... ¿No es eso lo que se nos pide en estos tiempos tan convulsos?
2. Utilización de distintos espacios. Distancia social. Para ello podemos utilizar los distintos espacios, ubicaciones y edificios que nos proporcionan nuestros municipios. Biblioteca, centro cultural, polideportivo, pistas deportivas, museos... La educación depende de las personas y no de los espacios. Todos los espacios son susceptibles de ser modificables, maleables, adaptables. Basta ponerse a imaginar, coordinarnos con las distintas instituciones municipales... Ponernos, en fin, manos a la obra.
3. Dos maestros por aula. Que no es lo mismo que desdoblar grupos. Los que llevamos unos añitos trabajando, sobre todo en infantil, nos damos cuenta de la necesidad de tener que llamar por teléfono a una mamá y tener que salir a pedir a los compañeros que nos echen un cable y un ojo a nuestros niños y niñas, por un pipi, una caca o vete tú a saber. De la utilidad de dividir los grupos para trabajar con una mitad una cosa y la otra mitad otra. De explicar a dos manos, mejor dicho a dos voces, completando tu visión y haciéndola más auténtica, más profunda y más completa. Si tenemos ratios elevadas, con más motivo. Pongamos una ratio como punto de salida y acabemos la jornada, querido Sancho, que mis dedos están cansados de cabalgar sobre el teclado. Yo propongo, podría ser, y no me lo tomen a mal... Dos maestros, a partir de 20 alumnos/as. Este maestro podrá servir, en momentos puntuales, de apoyo a otros grupos- aula, heterogéneos de menos de 20 niños/as.
4. Adquisición de recursos informáticos, tanto para las aulas, como para los centros educativos, pero también para la comunidad educativa, utilizando procedimientos parecidos al que se ha utilizado con el bono-libro. Actualización y cambio progresivo de los terminales y soportes a partir del quinto año. Solicitar a las editoriales el diseño digital de los libros de texto que tengan un porcentaje de contenidos de un 65 por ciento gratuito para las familias, como si de una aplicación se tratase. Establecer convenios de colaboración con entidades y estamentos culturales que tengan a bien compartir sus bases de datos como bibliotecas regionales, nacionales o supranacionales, museos, etc.
Del mismo modo, articular una vía o página web para que los maestros y maestras de los distintos centros educativos compartan sus contenidos y elaboraciones propias, sus experiencias, sus proyectos, etc. Si se trata de hacer islas, que sean islas compartidas, al menos virtualmente. No queremos una Barataria idílica, estimado Sancho... Se trata de una red neuronal.
5. Y ya acabo. Pueden ser muchas más. Lo dejo a vuestro entender. Podemos ir hablando. Conciliación. La más importante de todas. Que podamos compartir con los maestros y maestras la labor de educar a nuestros hijos e hijas. Somos el país con el mayor número de horas semanales de carga laboral. Para poder pagar una hipoteca, luz, agua, alimentación, ropa para nuestros hijos, libros de texto... tenemos que trabajar más de una persona del seno familiar, a costa de privar a nuestro bien más apreciado y querido, que son nuestros hijos e hijas, de nuestro saber, de nuestra compañía, y sobre todo, de nuestro querer... de horas y horas de risas, de amor, de confidencias, de experiencias, y un mil etcétera. Hay que mejorar esas leyes, darles la voz de las familias, sean de la ideología que sean... Nadie nos debe decir que no se puede. Podemos intentarlo, por lo menos.
Ya que tenemos la opción de parar la máquina, de resetear, de volver a empezar, hagámoslo bien... Nos lo merecemos.
Y como bien dice el refrán: "A grandes males... grandes remedios". Es mi propuesta. Nos vemos en el cole, o desde las pantallas... no sé. Muchos besos.
"Lo esencial es invisible a los ojos". El Principito.
Juan Antonio Ríos Robles.
Maestro de Educación Infantil.
Escuela de las hermanas Agazzi.
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